La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estudiado durante años los efectos de las antenas celulares sobre la salud de las personas y ha descartado daños relacionados con las ondas que emiten. La potencia en la emisión que producen las antenas es baja y no hay evidencia que demuestre que sus ondas tienen efecto en la salud de las personas.
Sin embargo, como medida precautoria, la OMS recomienda a los países establecer normas que fijen límites a la densidad de potencia de las antenas, para no exponer innecesariamente a las personas a niveles superiores a dichos límites.
El límite máximo de potencia para las antenas permitido en Chile es en promedio 10 veces más bajo que lo recomendado por la OMS y hasta 100 veces más bajo que lo autorizado en países desarrollados como Estados Unidos.
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